Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963) és un escriptor d'aquells innovadors i atípics que a mi tant m'agraden. Fou un home capdavanter, adscrit als corrents avantguardistes i iniciador de les noves tendències dins la literatura castellana. Tal vegada per això durant anys no ha resultat del tot satisfactori per al cànon tradicional.
Hom pot destacar sens dubte el seu talent, la seva originalitat i la seva fecunditat creadora. Va inventar el gènere de les "greguerías", que recomano sens dubte a tothom que vulgui passar una bona estona. En sóc admiradora fefaent.
Autor prolífic, escrigué també relats i contes, sempre amarats de l'originalitat de les noves estètiques sorgides a començaments del segle XX. En aquest bloc, on hem penjat històries d'escriptors de totes les tradicions, des de Kafka a Bécquer passant per Stephen King, avui li ha tocat el torn a una figura que jo considero a hores d'ara ja clàssica. El microconte La mano és una mostra "terrorífica" de la seva literatura. Espero que us agradi.
LA MANO
El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino. La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada con llave en el cuarto. Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano, pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa como si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte.¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: «Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».